Por diversos motivos como la salud individual, el equilibrio ecológico, o sufrimiento de los animales, los adventistas del séptimo día llevamos más de 150 años recomendando el plato de ensalada antes que el chuletón de carne. Y alabamos al Señor porque no nos hemos equivocado.
- Desde 1863 venimos recomendando una alimentación basada en plantas, reduciendo o eliminando el consumo de carne. El 6 de junio de ese año, Elena White, que como muchos adventistas de la época no sabía comer sin carne, vio por primera vez en visión que la carne no es actualmente el alimento adecuado.
- Desde 1942, el Dr Mervyn Hardinge, profesor de Nutrición en la Universidad de Loma Linda, uno de los pioneros en el estudio y la promoción de la alimentación vegetariana, demostró que una dieta sin carne puede satisfacer plenamente las necesidades de proteínas y de otros nutrientes. Una buena forma de hacerlo es en ensalada.
- En 1952, cuando las autoridades sanitarias recomendaban consumir más carne, Editorial Safeliz publicó por primera vez un libro de recetas vegetarianas.
- A partir de 1960 la Universidad de Loma Linda en cooperación con el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, empezó a estudiar por qué los adventistas en general tenían un 50% menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes que la población general.
- En 2001 el Dr Joan Sabaté, catedrático de Nutrición en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Loma Linda, publicó el libro “Nutrición vegetariana”, uno de los compendios científicos más completos sobre esta materia. En el capítulo 17, este libro trata del impacto medioambiental de la producción de carne.
Nuestra Denominación ha sido pionera en la promoción de una alimentación basada en plantas. Actualmente, la OMS, la Unión Europea en su Código Europeo contra el Cáncer y muchos centros de investigación de todo el mundo confirman que el consumo de carne perjudica la salud individual y daña el medio ambiente por las siguientes razones, entre otras:
- Deforestación para criar el ganado.
- Contaminación por los excrementos de los animales.
- Efecto invernadero de los gases intestinales del ganado.
- Consumo excesivo de agua y de otros recursos naturales.
En el 2019 un amplio estudio de diversos centros de investigación de todo el mundo, liderado por el Universidad de Harvard (Estados Unidos), publicado en la revista The Lancet, decía que el cambio hacia una dieta saludable y sostenible requiere reducir en al menos el 50% el consumo de carne y de azúcar añadido, aumentando al doble el de frutos secos, frutas, hortalizas y legumbres, que pueden constituír una excelente ensalada.[1]
Desde luego que la industria cárnica contribuye al empleo de millones de trabajadores es cierto; pero incluyendo también al personal sanitario y a los empleados de las funerarias.
Apetito versus ciencia
El deseo irresistible por el consumo de carne, que ya vemos en los israelitas al salir de Egipto hace unos 3.500 años, chocaba entonces con las recomendaciones divinas. Actualmente el apetito por la carne se opone, además, a los numerosos informes de la ciencia que cada vez con mayor insistencia urgen a reducir su consumo, especialmente el de carnes procesadas como los embutidos y jamones.
Tanto es el poder del apetito no controlado por la razón, que pudo llevar a Eva y a Adán a desobedecer al Creador, a Esaú a vender sus derechos hereditarios, a los israelitas a rebelarse contra Dios en el Sinaí, y a tantos y tantos a hacer de su vientre un dios. “…la salud ha sido sacrificada sobre el altar del apetito” escribió Elena White en 1890.[2] Pero donde Adán y Eva y otros cayeron, Cristo venció, impartiendo poder para vencer a los que en Èl creen.
Elige lo mejor
Desde el punto de vista nutritivo y pensando en el equilibrio ecológico, podemos asegurar que no hay nada mejor para comer que una buena ensalada con hortalizas crudas, aguacate, frutos secos y semillas, por ejemplo. Los adventistas llevamos más de 150 años recomendándolo. Y si haces de ello un hábito, acabará satisfaciendo tu apetito, pues como ya decía Hipócrates en en siglo VI aC. “Elige lo mejor. El hábito pronto lo volverá agradable y fácil”; mucho más agradable y fácil que un chuletón de carne.
Fuente Revista Adventista
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