El cuidado personal es tiempo que los padres se dan a sí mismos para entregar, renovados, atención y protección a sus hijos. Es cuidarse para cuidar. Aquí unos consejos que pueden ayudar en esa tarea.
El cuidado personal para padres es fundamental para la atención de los hijos. La sabiduría acompaña esta sana reflexión: no podemos dar lo que no tenemos. En ese mismo sentido, cuidamos a otros porque nos cuidamos a nosotros mismos.
Y como tantas cosas en la vida, la atención y la protección tienen un factor común que es el tiempo. Esta realidad vital e invisible está en todas las cosas y, aunque lo consideramos abstracto, se expresa en la cotidianidad. El tiempo es maleable y adquiere la forma de lo que hacemos. También toma la de nuestro ánimo. El reloj marcará las horas inexorables, pero el tiempo en la vida es más experiencia que duración.
Como padre, te aconsejamos construir el tiempo en familia. En el hogar darle forma y contenido. No dejar que las horas solo vuelen, sino hacerlas aterrizar con conciencia y programación.
Aspectos importantes que no se deben descuidar
La salud está vinculada de manera muy estrecha al cuidado personal para padres. El tiempo de ejercitación, el de descanso y la alimentación balanceada son vectores cuya interacción contribuyen a mantener una buena salud.
Resulta obvio que el cuidado de los hijos esté supeditado a prácticas saludables. Las exigencias son muchas, sobre todo en los primeros meses y años, cuando la inexperiencia y la novedad reclaman más vigilancia y generan ansiedad.
Consejos para llevar una mejor vida como padre
Tomar distancia le permite a los padres, en ciertas situaciones, alcanzar una visión general. De esta manera, alejarse para ver y reflexionar, acercarse para ir a los detalles, tomar decisiones y actuar son movimientos conscientes y cargados de responsabilidad.
Hacerse del tiempo para el cuidado personal sirve para reconocerse, valorarse y prepararse. Aquí unos consejos para iniciar un plan de cuidado personal para padres.
1. Tomar el tiempo entre las manos
El tiempo no es solo una abstracción. Le podemos dar forma, plegar y adaptar a nuestras necesidades personales, familiares y sociales.
Entramos en crisis cuando se nos impone un tiempo asfixiante, que nos arropa y no nos deja otra alternativa que cumplir o incumplir obligaciones irritantes.
Cierto que es incompleta la libertad de acción, mas la madurez siempre pasa por sopesar decisiones. Una de ellas es decir con seguridad y firmeza “estoy donde quiero estar”. No es fácil, pero debemos luchar hasta lograrlo. Y estar donde hemos elegido es, de alguna manera, ejercer un dominio relativo sobre el uso del tiempo.
2. Organizar y planificar
Consecuencia del control sobre el tiempo es la posibilidad de organizar y planificar. Se tiene autonomía y capacidad de disponer de los elementos que configuran parte de nuestra realidad. Siempre habrá imponderables, márgenes de error, imprevistos, pero estos nos sacarán del camino solo si hemos abandonado todo al azar.
Procuremos establecer rutas y un campo de acción. Con mentalidad de estrategas, con alegría y optimismo dispongamos piezas en el tablero cotidiano. Qué queremos hacer, de cuántos recursos disponemos y de cuánto tiempo. Además, con quiénes contamos y cómo podemos abordar las eventualidades. Démonos la oportunidad de ser libres. Todo un reto.
3. Chequear periódicamente la salud
Prioridad, sin duda, la salud como parte de la prevención, lo que nos permitirá estar listos para el cuidado integral de la familia. La salud personal se proyecta en la salud familiar. Tan cierto como que la enfermedad de un miembro afecta emocionalmente a todo el grupo.
Hagamos un chequeo periódico y, en la medida de lo posible, entablemos cercanía con algún médico, en especial pediatra. Ayuda mucho tener una voz sabia e informada sobre lo que debemos hacer frente a pequeños malestares.
4. Qué hacer primero y qué dejar para después
En este mismo orden de ideas es de primera magnitud establecer prioridades. De más está decir que lo que es importante para unos no tiene por qué serlo para los otros. La lista puede coincidir, pero no es necesario.
Eso es de sumo valor porque indica qué cosas son relevantes para cada miembro de la familia en función de sus intereses personales. Labrar el cuidado personal para padres pasa por importarnos. Solo si ganamos en reconocimiento ante nosotros mismos podremos reflejarlo y entregarlo en donación a los demás. Nadie da lo que no tiene.
5. No descuidar a los amigos
Estamos más cerca de nosotros cuando nos acercamos a los amigos. No basta con pensarlos y habitar la nostalgia. Continuamente debemos materializar la cercanía y los afectos.
De lo contrario, la distancia se convierte en distanciamiento y después en lejanía. El calor de la comunicación aviva la llama de la vida. No lo dejemos para después.
6. Qué tal llevar un diario o escribir cartas a los amigos
Las redes nos permiten diversas formas de acercamiento; no solo voces, sino imágenes y videos nos aproximan como nunca antes. Pero tienen una contraparte que no siempre advertimos, pues solemos mostrar una imagen elaborada para ser vista.
¿Qué tal si probamos llevar un diario? En efecto, la escritura funge de perfecta terapia testimonial, más íntima inclusive que lo que sale a relucir y que lucimos en los videos. En la escritura aflora un yo que el otro ve con nuevos ojos. Y en esa otredad nos sabemos los mismos, pero distintos.
Un diario puede recibir eso que somos, como una bitácora que no nos dejará perdernos en la vorágine de los días. Y escribirle cartas a los amigos hará que nos reciban con otro grado de intimidad y confianza.
7. Comparte gustos y afinidades
De todos modos, sea por escrito o en formato audiovisual, lo importante es compartir gustos y afinidades. Encontrar vasos comunicantes que hagan fluir nuestra existencia. Los demás nos ayudan a ser cuando nos damos y recibimos de manera desinteresada.
Resulta fácil acordar ver una película, un concierto online, compartir la lectura de un libro y a partir de allí cruzar pareceres, criterios y opiniones. En el contraste y la diferencia se afirma la creencia.
8. Escuchar música
Y si escribir es terapéutico, escuchar música puede ser sanador. La música es una forma del tiempo, por eso puede adaptarse a cualquier situación y ayudarnos a darle forma y sentido.
Está hecha de memoria y sensibilidad. Nos ayuda a sentir y a reproducir sentimientos. Ocupar los espacios de la casa con música comunica alegría al corazón. La música nos conecta y sirve como vehículo para el autocuidado, de modo que entremos en conexión con partes íntimas que a veces olvidamos.
9. Pasear, distraerse, caminar
Pasear o simplemente caminar, escuchando el sonido ambiente, la música o algún podcast, es una manera de concentrar placer, salud y crecimiento. Generemos momentos que revitalicen el resto de las horas del día; ello nos permitirá contemplarlas desde la convicción de que la vida guarda un secreto maravilloso.
10. Ordenar la casa: imagen del orden interior
Finalmente, ordenar la casa se refleja en el orden interior. Hay una gramática de los objetos que dialoga con nuestra constitución más íntima. Podemos tener problemas o desencajar si no nos sentimos cómodos con el entorno.
La tarea de ordenar debe ser de la familia, porque cada uno tiene, adopta y adapta su espacio, más allá de las habitaciones personales. Los lugares preferidos llevan una impronta. Descubramos la nuestra y cultivémosla como parte de nuestra forma de ser.
Los roles de la familia tradicional ponen al padre fuera del hogar y a la madre dentro. Y pese a que los tiempos están cambiando, falta aún mucho por hacer. Entre lo urgente, es necesario que papás y mamás se cuiden para cuidar mejor a toda la familia.
Esto significa que el cuidado personal para padres se traduce en una familia más armónica. Para lograrlo, los padres necesitan brindarse tiempo de calidad; primero a sí mismos y después entre ambos. En consecuencia, el cuidado se extenderá a todos.
Fuente: Mejor con Salud
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